Este relato participa en el #OrigiReto2020 que organizan Stiby y Katty. Los prompts, y demás, los dejaré después del relato para no hacer spoilers.
«I want to travel where life travels, following its permanent lead»
– Nightwish (Song of Myself)
No son horas de llegar. No son horas de llegar y lo sabe, pero le gustaría librarse de la bronca por quedarse fuera hasta después del toque de queda. Es por eso que Emma camina de puntillas por el exterior del edificio, en la oscuridad de la noche. Su objetivo es entrar por el ventanuco de la lavandería que dejó entreabierto por si las moscas. Saltar con los tacones puestos es un riesgo que debe correr; pero cree que, si fue la líder de las animadoras en su instituto de Guntersville (Alabama), podrá colarse por la ventana sin mucho problema.
Lo logra. Con un raspón en la rodilla, pero lo logra. Lo que no logra tan bien es mantenerse en pie una vez está dentro. Va a ser que los tacones no tienen tanto que ver como las cervezas que se ha bebido antes de irse con Ken a la parte de atrás de su coche. Todavía siente esa sensación cálida que se le queda en el cuerpo después de haber follado, aunque el sexo no sea especialmente satisfactorio.
Camina tambaleante, con los tacones en la mano para no hacer ruido, hasta la puerta de su habitación. El número 107 brilla metalizado sobre la chapa clara de la madera. Se saca la tarjeta del sujetador y la pasa por el lector magnético para poder entrar.
La luz dentro de la habitación todavía está encendida. En concreto, la luz del escritorio de Nana, su compañera de cuarto.
Nana, la preciosa Nanabah; con su piel tostada y sus pómulos esculpidos por obra y gracia de una genética generosa. La trabajadora Nanabah; que prefiere quedarse en la habitación estudiando que salir de fiesta sólo porque quedan tres días para el primero de los exámenes.
—¿Te lo has pasado bien? —pregunta Nana, girándose en la silla de su escritorio. Cuando sonríe es mil veces más guapa todavía.
Emma se encoge de hombros mientras se deja caer en su cama. Se quita del escote el condón que le ha sobrado y lo arroja dentro del desordenado cajón superior de su mesita de noche.
—Me he tirado a Ken —le cuenta sin saber exactamente si eso es algo bueno o algo malo. Ha sido consentido, obviamente, pero ni siquiera le atrae mucho más allá de la superficie musculada.
Las facciones de Nana se iluminan cuando esa sonrisa se vuelve un poco maliciosa.
—¿Ken Chapman? ¿Y qué tal ha sido? —pregunta con voz queda.
Emma pone los ojos en blanco y compone una mueca con la que espera que Nana entienda. Ni siquiera ha llegado a correrse.
—¿Así de malo? —La chica suena exasperada—. Hombres… —añade luego, rodando los ojos y volviéndose a mirar sus apuntes.
—¿No te has cansado de estudiar? —pregunta Emma mientras usa los pies para quitarse los tacones sin levantarse de la cama.
Nana suspira de forma bastante audible.
—Tengo un poco de sueño —reconoce con voz queda—. Pero no puedo permitirme menos que un sobresaliente, ya sabes…
Emma asiente aún tumbada y la habitación le da vueltas producto del alcohol que ha bebido. Nana viene de Arizona. Es parte de lo que queda del pueblo Navajo. Ha entrado en Princeton por sus inigualables notas, que le han propiciado no sólo el acceso sino una beca completa.
—Quizá yo debería… —murmura Emma mientras se incorpora.
—Quizá sí deberías —repone Nana con una media sonrisa—. Pero estás demasiado borracha para retener nada ahora —añade.
Emma no puede negar lo evidente. Deja que su mirada se pierda en el techo de la habitación que comparte con Nana.
Ella también consiguió una beca completa para estudiar en Princeton. Sus notas en el instituto fueron las mejores de su promoción y sus logros en el equipo de animadoras le abrieron bastantes puertas, pero fue su necesidad de huir de Guntersville la que condujo sus pasos a Jersey. Y ahora que es libre…
—Tengo que intentarlo, al menos un rato… —masculla, con la boca un tanto pastosa de la borrachera. No quiere que la expulsen, no quiere volver a Alabama, no quiere volver a casa, no quiere volver a vivir con su padre y su hermano. No quiere volver a una vida de empujar el armario contra la puerta de su cuarto para que no puedan entrar durante la noche.
Todavía con ese vestido diminuto, se sienta ante su escritorio y abre su clasificador con los apuntes de Derecho Internacional. Ve las letras borrosas, incluso después de encender la luz de su flexo. Emma no es consciente del momento en que se queda dormida; como tampoco es consciente de cuando Nana cubre sus hombros con una manta, o deposita un beso en su coronilla antes de, ella también, irse a dormir.
***
Las letras de los créditos de cierre de la película empiezan a deslizarse por la pantalla del portátil y Emma contiene un bostezo, estirándose en el suelo para pulsar la tecla de espacio y hacer que pause. A su lado, Nana tiene la mirada perdida en el infinito de la habitación. Puede que ella se haya quedado dormida en algún punto de la película, pues nunca ha sido muy fan de esa franquicia y la resaca teje telarañas espesas entre cada uno de sus pensamientos, pero sabe que Nana no se dormiría. No cuando tienen que entregar un ensayo sobre elementos socioculturales norteamericanos en el cine para ser evaluadas en Estudios de Cine.
—¿Qué… —Emma se ve obligada a contener otro bostezo—, qué te ha parecido?
Nana arrastra esa mirada oscura del infinito a sus ojos. A Emma siempre le han parecido preciosos. Desde que, hace meses, las asignaron como compañeras de cuarto en su primer año de universidad, ha creído que Nanabah tiene una mirada intensa. Sus ojos oscuros parecen hechos de chocolate y caramelo cuando les da la luz; ahora, en la oscuridad del cuarto y con la pantalla del portátil como única fuente de luz, parecen un insondable cielo nocturno cuajado de estrellas.
—Meh —Nana lo dice de forma deliberada, antes de que sus labios se aprieten en una fina línea.
Se levanta del suelo y se sienta en el borde de la cama con un solo movimiento fluido. Emma, sin apartar la mirada de ella, se pasa los dedos por la coleta en que ha recogido su pelo rubio.
—Podemos buscar otra cosa —ofrece—. Yo me he dormido. —No le cuesta nada reconocerlo.
—Supongo que sí… —Nana suena pensativa—. Imagino que a la profesora Morrison no le gustará que hagamos el ensayo sobre la misma película, de todas formas… podría acusarnos de copiarnos, o de falta de originalidad y perderíamos puntos —explica—. Pero no es ese el problema —añade con una voz queda en la que Emma puede notar un pequeño regusto a contención. Si es rabia o ira, no lo sabe.
Se arrodilla y deja una mano sobre la rodilla de Nana, apretando ligeramente.
—¿Cuál es el problema, Nana? —pregunta con voz queda y preocupada.
Nana respira hondo y durante un momento no dice nada. Durante un momento espeso, casi eterno, el silencio reina en la habitación que comparten.
—El problema es que esa mujer lo ha hecho mal. Todo. Ha agrupado a todos los nativos en un mismo grupo como si todos los nativos fuésemos un grupo homogéneo, ha pasado por encima de las diferencias culturales que nos caracterizan a cada nación, y ha escrito en esa web suya sobre aspectos de nuestra religión que no alcanza a entender…
—¿Qué web? —Emma pregunta confusa.
—Pottermore —dice Nana—. Antes de verlos Los Crímenes de Grindelwald he entrado a leer la web. Tiene un artículo que menciona a los yee naaldlooshii sin saber nada al respecto…
—¿Los… qué? —Es rara la vez que Nana dice algo en lengua navajo, sólo cuando está nerviosa o alterada. Emma se acerca más, acariciando su muslo en movimientos suaves que pretenden tranquilizarla.
—Skinwalkers —aclara Nana con prontitud, visiblemente alterada por perder los papeles por momentos—. Son parte de los valores de mi pueblo, pero los ha asociado a los valores de todos los pueblos de nativos…
—A lo mejor Rowling no lo ha hecho con mala intención… —aventura Emma en tono conciliador.
Una risa, amarga y estrangulada, se escapa de entre los labios de Nana.
—Ése es el problema, Emma —replica—. Puede tener todas las buenas intenciones del mundo, pero no puede hablar de cosas que no entiende, sobre un pueblo machacado, asociando cosas de uno a todos como si diese igual que seas navajo o cherokee o apache y fuésemos todos iguales… —Se detiene, respirando un tanto agitada.
—Debería haberse documentado más —coincide Emma asintiendo. Es algo que todos los profesores le han dicho a ella en ocasiones en que presenta un ensayo con sólo cinco fuentes bibliográficas.
—No. En este caso no se trata de documentarse —la corrige Nana con voz suave—. Se trata de que a mi pueblo no le gusta tratar el tema de los skinwalkers con nadie que no sea parte del pueblo… hay cosas que deben quedar entre nosotros y respetarse desde fuera —añade.
Emma asiente.
—¿Como lo de los disfraces? —pregunta luego. A ella nunca se le ha pasado por la cabeza vestirse de nativa; pero hace unos meses, en una fiesta de Halloween, Nana se disgustó porque unas cuantas personas blancas llevaban un tocado de guerra nativo y la cara pintada. En aquel entonces, tuvieron una conversación parecida, en la que Nana explicó que los trajes tradicionales de los pueblos nativos no debían usarse como disfraz.
—Los trajes tradicionales no son disfraces —le recuerda Nana con cansancio.
Emma le dedica una sonrisa pequeña.
—Lo sé —replica con suavidad. Apoya la cabeza en su muslo—. ¿Qué se puede hacer para cambiar las cosas? —pregunta luego.
Nana acaricia su pelo de forma distraída.
—Tantas cosas… —suspira—. Mi aportación a mi gente será educar a los de fuera para que dejen de vernos como disfraces, como una masa uniforme, y luchar por que nuestras diferencias sean respetadas. —Su voz suena triste—. Yo he tenido suerte, mi padre me apoya de forma incondicional, pero los pueblos nativos, en general, somos el grupo étnico con menos escolarización universitaria del país —comenta.
Emma se incorpora.
—Estás en Princeton, Nana, no sólo te has escolarizado en la universidad, sino en una de las mejores. —La mira como quien miraría a una estrella de rock. Nana, en muchos aspectos, es mucho más impresionante que cualquier rockero—. Podrás hacer grandes cosas por tu pueblo, estoy segura, y yo estaré contigo en cada paso del camino… por si necesitas una abogada que te saque de líos —añade sonriente.
—En cada paso del camino, ¿eh? —replica Nana con una sonrisa de esas que le iluminan las facciones.
—Todos y cada uno de ellos —asegura Emma.
***
Emma sabe que no ha estudiado tanto como debería, al contrario que Nana. Es la chica morena la que la lleva de la mano hacia el tablón de anuncios en que están expuestas las notas del primer examen.
—Creo que me estoy poniendo mala —protesta angustiada.
—Vamos… no será para tanto —replica Nana riendo.
Para sorpresa de absolutamente nadie, Nana ha sacado un diez en el examen.
—¿Viste? ¡Estaba clarísimo! —Emma se apoya contra la chica, dándole un golpecito con el hombro en el brazo—. Pero yo… —Busca su apellido en la lista y contiene un quejido—. Bueno…
—¡Eh! Al menos has aprobado —replica Nana, pasándole un brazo por los hombros—. Para el siguiente examen te prepararé notas de estudio y podrás ir mejorando tus notas. —Sonríe—. Sólo tienes que centrarte, menos fiesta y más estudio.
Emma suspira y apoya la cabeza contra la de Nana.
—Menos fiesta y más estudio —concede.
Es necesario. No podrá estar con ella en cada paso del camino si no está a la altura de las circunstancias.
Objetivo principal: (12) Usa tu relato para dar visibilidad a algún colectivo minoritario. Dentro del contexto de Estados Unidos en que se ambienta la historia, el colectivo minoritario son los pueblos nativos. En este caso, el pueblo navajo.
Objetivo secundario 1: (K) La cigarra y la hormiga. De las dos chicas, una es trabajadora, la otra es más descuidada.
Objetivo secundario 2: (IX) Skinwalkers.
Objetos ocultos: (2) preservativo (condón), (14) un personaje conocido (JK Rowling).
Objetivo personal: Se menciona Virgo (el signo de Zodíaco)
Otros apuntes: 1. Rosa Insolente (la protagonista, Emma, es una mujer), 2. Tríada (tal vez no ha quedado claro porque lo hice sutil esta vez pero Emma es bisexual, se acuesta con chicos pero se siente atraída por Nana ). 3. Milpalabrista (pasa de las 1000 palabras; tiene 1990 según el contador de Word y 1969 según el contador oficial del reto) 4. Incoformista (se hace una crítica a la consideración que tienen los pueblos nativos en Estados Unidos, y otros países, y el poco respeto que reciben sus tradiciones) 5. Giratiempo (está publicado antes del día 10)